lunes, 14 de septiembre de 2015
Ser un Hámster
Había una vez un mundo social donde solo existían dos clasificaciones humanas, hombre y mujer... con el paso del tiempo, aquellas dos categorías se mantuvieron bastante tiempo, pero de un momento a otro todo comenzó a desdibujarse y a perder la razón de ser. Ya no consistía solamente en decir que era hombre o mujer, también te podrías convertir automáticamente en homosexual: gay o lesbiana, y hasta entonces, era "fácil de comprender".
Actualmente, existen tantos términos para referirse a las personas, e incluso a uno mismo, que la imaginación simplemente explotó en terminologías poco atendibles pero bonitas a la vista. Ante todo esto, algunos levantaron la mano para defenderse y decir que no aplicaban las etiquetas para ellos, seres libres de ser quienes son sin alguna terminología convencionalizada por la nueva sociedad.
No habría nada más que decir, puesto que su preocupación por no pertenecer es socialmente una manera de tener un espacio en todas esas categorías, o sea, no pertenecer a algo para pertenecer en otro. Cuando el ser humano aprenda a olvidarse de las categorías y las etiquetas, simplemente perderá la cabeza. Los humanos necesitan categorizar para entender las cosas. Siempre buscaremos querer ser alguien para nosotros y para los otros, o al menos así sera hasta el día que comencemos a involucionar en seres a los que en realidad nunca les ha importado nada, como a los hámsters, que lo único que clasifican es su cantidad de semillas de girasol o quizá ni lo hacen.
Con el afán de especializar y clasificar todo, cada que que la humanidad evoluciona. Muy pronto habrá la necesidad de crear un diccionario especializado en terminologías sexuales y de género, no como una sugerencia, si no como una necesidad.
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